25.7.11

DERRUMBE


Están acostados sobre la cama matrimonial. Mirando al techo. Separados y compartiendo el silencio.

Al rato él se esfuerza. Lleva la mano a la altura de la boca. Aparta penosamente el bozal de hierro.

— ¿Quieres hablar? — Tartajeo de hombre con la lengua seca.

Ella levanta un centímetro el brazo derecho y arrima los dedos:”De qué”.

— De las patas de la cama… están rotas. — Reclama él.

“Todo se viene abajo”. — Remarca ella sin hablar. Gesto con amplio contenido: El ropero desvencijado. El retrato de casamiento con el vidrio en añicos diminutos esparcidos en el suelo.

— En media hora se derrumba el techo. — Calcula él que es ingeniero hasta la médula.

— Es duro calcular el tiempo. — Puntualiza al rato, suspirando.

Penosamente, voltean las armaduras. Los cuerpos encajados adentro. Espaldas separadas. Miran sin ver a su propia pared. Esperando.

El techo se raja. Suelta hilitos de arena. Cruje el maderamen. La pared detrás de la cama se disuelve. Resbala el cuadro de los hijos remotos. Ambos callados. Inmersos en el fango de la rabieta. Falta tan poco.

CARMEN ROSA BARRERE.

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